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LIBRO:


SALMO 2

1 ¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos mascullan planes vanos?

2 Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos conspiran aliados contra Yahveh y contra su Ungido:

3 «¡Rompamos sus coyundas, sacudámonos su yugo!»

4 El que se sienta en los cielos se sonríe, Yahveh se burla de ellos.

5 Luego en su cólera les habla, en su furor los aterra:

6 «Ya tengo yo consagrado a mi rey en Sión mi monte santo.»

7 Voy a anunciar el decreto de Yahveh: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.

8 Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra.

9 Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como vaso de alfarero.»

10 Y ahora, reyes, comprended, corregíos, jueces de la tierra.

11 Servid a Yahveh con temor,

12 con temblor besad sus pies; no se irrite y perezcáis en el camino, pues su cólera se inflama de repente. ¡Venturosos los que a él se acogen!

1. Tipo de salmo

Se trata de un salmo real, así llamado porque tiene como protagonista la persona del rey. No se dice quién puede ser ese rey, pero probablemente se trata del rey de Judá, descendiente de David, según la promesa. Los salmos reales son 11 en total. El salmo 2 celebra la entronización del nuevo rey. Según la tradición de los pueblos antiguos, el rey era considerado como hijo de la divinidad. También Israel adoptó esta creencia gracias al influjo de los grupos defensores de la monarquía. El día de la unción (o toma de posesión del trono) se consideraba el día en que el monarca era engendrado por Dios. En este salmo, al rey se le llama Mesías, es decir, Ungido (2) -de hecho se le ungía con aceite-, e Hijo de Dios (7).

2. Cómo está organizado

El salmo 2 consta de cuatro partes. En la primera (1-3): se produce un motín entre los jefes de las naciones (pueblos) sometidos al rey de Judá, mediante la rebelión, pretenden alcanzar la independencia. En el salmo, a estos Jefes se les llama «reyes», príncipes» y «Jueces de la tierra», pues correspondía a los reyes administrar la Justicia. Pretenden acabar con la dominación del rey de Judá. En la segunda parte (4-6) tenemos la respuesta de Dios. Primero sonríe, después, enfurecido, responde con cólera, es decir designa y confirma un rey para Judá en Sión (Jerusalén), la capital. En la tercera parte toma la palabra el nuevo rey (7 -9) para exponer su programa de gobierno. El rey, Visto como Hijo de Dios, recibe de él poder sobre las naciones para gobernarlas con cetro de hierro y quebrarlas como vasijas de arcilla. En la cuarta parte habla un amigo del rey, el organizador de la fiesta de entronización. Se dirige a los jefes de Estado que están presentes, invitándoles a rendir homenaje al Señor en la persona del nuevo rey (probablemente mediante el gesto de besarle los pies) y a ser obedientes y sumisos para que, de vuelta a sus países, no Caigan en atentados y perezcan.

Hay dos hipótesis para explicar la última frase «¡Dichosos los que en él buscan refugio!». Según la primera, este colofón pretendería suavizar la amenaza final del salmo. De hecho hay otros casos semejantes. no quedaría bien concluir un salmo con una amenaza. La segunda hipótesis es esta, en algunos textos antiguos, los salmos 1 y 2 formarían un único salmo que comenzaba y terminaba de forma semejante «dichoso» en 1,1 y «dichosos» en 2,12.

En 2,9 hay una Imagen significativa. En el día de la toma de posesión del trono, el rey solía hacer pedazos con su cetro algunas vasijas de barro en las que se habían escrito los nombres o dibujado las cabezas de los reyes enemigos de Israel. Si los reyes de esos pueblos sometidos estaban efectivamente presentes en la fiesta de la entronización, ¿cómo reaccionarían al ver su nombre su retrato hecho trizas por el cetro de hierro del rey de Judá? Esta es la razón por la que, a continuación, se les invita a la sensatez (10). El homenaje que se rendía al Señor (12) probablemente consistía en besar los pies del rey recién entronizado. Se trataba de un gesto de sumisión total.

3. ¿Por qué surgió este salmo?

El salmo 2 muestra la existencia de un conflicto entre naciones. Por una parte, está el rey de Judá y por la otra, los reyes de los pueblos que él domina. En Judá, la monarquía era dinástica, es decir, se transmitía de padres a hijos. El inicio de este salmo se refiere probablemente a la rebelión de los reyes sometidos, con motivo de la muerte del anciano rey de Judá. Quieren aprovechar la ocasión y recuperar la independencia. Tal vez estén planeando un atentado contra el sucesor en el día de su entronización, celebración a la que tenían que asistir. La respuesta de Dios es la unción de un nuevo Mesías y este, en el día de su toma de posesión, recibe de Dios, su «padre», el poder necesario para triturar a los pueblos con cetro de hierro. Es inútil querer rebelarse contra el rey de Judá. En el caso de que los jefes de las naciones intentaran hacer algo, todo permite suponer que morirían en una emboscada por el cammo.

Como puede verse, este y otros salmos reales están contaminados por la ideología monárquica. El rey de Judá puede explotar y pisotear a otros pueblos en nombre de Dios. Estos salmos nacieron, sin duda, en el seno de grupos que apoyaban la monarquía como únIca forma de gobierno, defendiendo al mismo tiempo el imperialismo.

4. El rostro de Dios

En cualquier caso, Dios sigue siendo el aliado de su pueblo, el Dios de la Alianza, empeñado en defender a Israel de las agresiones de otras naciones. De hecho, la principal misión del rey de Israel era proteger al pueblo de las agresiones internacionales y administrar justicia dentro del país. En este sentido, Dios es su aliado. Pero también es cierto que se trata de un Dios «hecho a imagen y semejanza del rey y de los poderosos», pues el rey de Judá es visto como hijo de Dios de modo que todo lo que hace cuenta con la aprobación de Dios. Más aún, Dios bendice el señorío del rey sobre los pueblos vecinos, si bien para conducir a los jefes de las naciones al temor de Dios: una religión impuesta por la espada.

El salmo 2 es uno de los más citados en el Nuevo Testamento. Se presenta a Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios (Mc 1,1; 8,29; 15,39), pero este cambió radicalmente el modo de entender y de ejercer el poder (véase el diálogo que mantiene con Pilato en Jn 18,33-38a). Para él, poder es sinónimo de servicio a la vida, y una vida para todos (Jn 10,10). El objetivo central de las palabras y las acciones de Jesús es el Reino. Pero el reino de Dios no consiste en la dominación de los débiles a manos de los fuertes, sino en ponerse al servicio de la vida. Jesús, por tanto, quebró la espina dorsal de la ideología monárquica presente en el salmo 2, dando una nueva dimensión al poder. De este modo desautorizó para siempre los imperialismos. No olvidemos que murió a manos de quienes detentaban el poder.

5. Rezar el salmo 2

El salmo 2 sólo puede rezarse bien si tenemos en consideración el comportamiento de Jesús como rey. Para él, «poder» significó «servicio» y «amor» hasta la entrega total de la propia vida. Hoy en día, los enemigos de la humanidad son la violencia, la dominación de los débiles por parte de los poderosos, los abusos de poder, las innumerables formas de exclusión y de muerte (de las personas y del medio ambiente), todo aquello que impide a la gente disponer de libertad y de vida. Si rezamos este salmo sin mirar a Jesús, acabaremos por legitimar el dominio de unas naciones contra otras, la supremacía de una raza o nación sobre las demás, impidiendo que se realice de manera efectiva la libertad de los pueblos.

Otros salmos reales son: 18; 20; 21; 45; 72; 89; 101; 110; 132; 144.