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Mateo 16,21-23. PRIMER ANUNCIO DE LA PASIÓN Y RESURRECCIÓN



PRIMER ANUNCIO DE LA PASIÓN Y RESURRECCIÓN (16,21-23; MC 8,31-33; LC 9,22)

21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!”.

23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!”.

El momento de la confesión de la mesianidad de Jesús por parte de sus discípulos fue crucial en el ministerio de Jesús. A partir de entonces, él comenzó a manifestar clara y solemnemente otra faceta de su ministerio: su pasión y su muerte, pero también su gloriosa resurrección. A la idea de su mesianismo se une ahora su misión dolorosa y gloriosa como la del Siervo de Yahveh (Is 53,12). Tres anuncios progresivos de su pasión y resurrección acompañan a Jesús en su camino y peregrinación hasta Jerusalén, que ahora comienza (16,21; 17,22-23; 20,17-19).

Mateo subraya que ese acontecimiento tendrá lugar en Jerusalén, la ciudad donde deben morir los profetas. En lugar de la expresión “a los tres días” de Marcos, Mateo precisa que Jesús resucitará al tercer día (Os 6,2). Será condenado por el gran Sanedrín, formado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas. Aun cuando Mateo formule estas afirmaciones suponiendo ya el conocimiento preciso de los hechos, no por eso hay que negar que Jesús pronunció una profecía sobre su futuro destino de dolor, de muerte y de resurrección, según el plan de salvación de su Padre.

Pedro, impresionado por las palabras proféticas de Jesús, quiere disuadirle, pensando sólo en un mesianismo de gloria. Jesús lo rechaza enérgicamente: “¡Quítate de mi vista, Satanás!”. Pedro está siendo un obstáculo o piedra de tropiezo en su misión. Sin darse cuenta, está jugando el mismo papel que Satanás cuando las tentaciones en el desierto (4,1-10). Los pensamientos y los planes de Dios no son como los pensamientos de los hombres (Is 55,8).