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LIBRO:

Mt 9,9-17. Encuentro de Jesús con los pecadores



Encuentro de Jesús con los pecadores (Mt 9,9-17)


1. Vocación de Mateo (9,9)

9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: “Sígueme”. Él se levantó y le siguió.

En un solo versículo se cuenta la vocación de Mateo, llamado Leví en Marcos y Lucas. Era publicano, es decir, encargado de recaudar los impuestos. El contacto que los recaudadores de impuestos tenían con las autoridades romanas hacía que fueran considerados desleales y sospechosos de extorsión y explotación. Con la misma prontitud de los discípulos anteriores, Mateo se levanta y sigue a Jesús. El relato no se interesa por los detalles de la historia concreta de lo que cada discípulo tuvo que hacer para integrarse en el grupo de Jesús.

2. Comida con pecadores (9,10-13)

10 Y sucedió que, estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11 Al verlo, los fariseos decían a los discípulos: “¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?”.

12 Mas él, al oírlo, dijo: “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal.

13 Id, pues, a aprender qué significa ‘misericordia quiero y no sacrificios’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.

Mateo invita a Jesús a comer en su casa. Él acepta y lleva a sus discípulos. La aceptación a estos banquetes parece haber sido una práctica de la vida de Jesús. En esto rompe con las costumbres de los fariseos. Jesús acepta las invitaciones porque ha venido a salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10). Por otra parte, Mateo invita también a muchos de sus compañeros de trabajo: publicanos y pecadores. Por “pecadores” se entiende personas que por su conducta personal o por su trabajo eran consideradas impuras y transgresoras de la ley (por ejemplo, camelleros, arrieros, pastores, comerciantes, recaudadores de impuestos, etc.), particularmente por la facilidad de infringir las numerosas reglas de la alimentación (Hch 10,15; 15,20; 1 Cor 8-9; Rom 14).

Al darse cuenta, los fariseos reaccionan en contra, pero Jesús contesta, manifestando el porqué y para qué de su misión: sanar a los enfermos y llamar a los pecadores: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Es la opción, llena de misericordia, que hizo Jesús: los pobres de cuerpo y de alma. Y el evangelista cita parte del pasaje de Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios...” (Os 6,6). Dios prefiere los sentimientos interiores de un corazón sincero antes que el ofrecimiento exterior de sacrificios y holocaustos ordenados por las prescripciones rituales. Y también Jesús, lleno de amor misericordioso y compasivo (jésed), prefiere practicar la misericordia con los necesitados material o espiritualmente antes que cumplir prescripciones rituales de origen humano.

3. Discusión sobre el ayuno (9,14-17)

14 Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos y tus discípulos no ayunan?”.

15 Jesús les dijo: “¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.

16 Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor.

17 Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos, pues los pellejos revientan, el vino se derrama y los pellejos se echan a perder, sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos y así ambos se conservan”.

Los discípulos de Juan Bautista se acercan y, sin mencionar la conducta propia de Jesús, le preguntan por qué sus discípulos no ayunan. Tanto los fariseos como los discípulos de Juan practicaban ayunos voluntarios para apresurar la venida del Reino de Dios. La respuesta de Jesús es en dos partes.

1. Jesús compara su presencia actual con la celebración de una boda. Mientras el novio está con los invitados, éstos no deben ayunar, pero, cuando el novio les sea arrebatado, entonces sí ayunarán. Jesús es el novio de las bodas mesiánicas. Mientras esté con sus discípulos, éstos no deben ayunar, pero lo harán cuando Jesús les haya sido arrebatado por la muerte.

2. El vestido viejo y los pellejos viejos son el judaísmo en lo que tiene de caduco en la economía de la salvación; el paño sin tundir y el vino nuevo representan el espíritu nuevo del Reino de Dios, aportado por Jesús. Las añadiduras piadosas de los discípulos de Juan y de los fariseos no consiguen rejuvenecer el antiguo régimen. Al rechazar las añadiduras y los pellejos viejos, Jesús quiere hacer algo totalmente nuevo, sublimando el espíritu mismo de la Ley. “Así ambos se conservan”. La economía antigua es buena y tiene que conservarse (Mt 5,17), pero con la novedad aportada por Jesús.