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LIBRO:

Mateo 12,33-37. LAS PALABRAS DESCUBREN EL CORAZÓN



LAS PALABRAS DESCUBREN EL CORAZÓN (12,33-37; CF. 7,16-20; LC 6,43-45)

33 Suponed un árbol bueno, y su fruto será bueno; suponed un árbol malo, y su fruto será malo. porque por el fruto se conoce el árbol.

34 Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas siendo malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

35 El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas.

36 Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio.

37 Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado.

El tema de todo este pasaje es el hablar. Jesús se muestra extremadamente exigente contra sus adversarios, en cuyo corazón habita la maldad. De ahí el apóstrofe: “¡Raza de víboras!”.

De un corazón bueno brotan palabras buenas, y de un corazón pervertido no pueden salir cosas buenas. Es una advertencia para el cuidado de la lengua. De las palabras, que son manifestación de lo que hay dentro del corazón, depende el juicio de salvación o condenación. Jeremías decía: “El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo; ¿quién lo conoce?”. Pero añadía: “Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus obras” (Jr 17,9-10).