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Mateo 13,36-43. Interpretación de la parábola de la cizaña



Interpretación de la parábola de la cizaña (13,36-43)

36 Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo”.

37 Él respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;

38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno;

39 el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

40 De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo.

41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad,

42 y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

Como en el caso de la explicación de la parábola del sembrador, tratándose ahora del trigo y la cizaña, se presenta una interpretación alegórica de la Iglesia apostólica. Mateo, en una catequesis alegórica, interpreta y desarrolla los datos primitivos. Es una exhortación que se empeña en describir el último juicio con el fin de eliminar la falsa seguridad en la que podrían vivir ciertos cristianos. Esta interpretación actualizada es conforme al pensamiento de Jesús, que habló de la vida eterna y del castigo eterno.

Mateo restringe la explicación de la parábola a la cizaña. Se trata de una cadena de siete interpretaciones alegóricas: el que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo es el Diablo; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles.

Los vv. 40-43 constituyen un pequeño Apocalipsis que pinta plásticamente la consumación del siglo –el fin de los tiempos o el fin del mundo–, del que Jesús habló en diferentes ocasiones. Los elementos principales son:

“El Hijo del hombre”, Jesús, que, al fin de los tiempos, vendrá entre nubes con gran poder y gloria (Mt 24,30).

“Los ángeles” de ese mismo Hijo del hombre, que reunirán todos los escándalos (se entiende “personas”) y a los obradores de iniquidad (Mt 24,31).

“El horno de fuego” es símbolo bíblico de purificación o de castigo; lo utiliza el AT y se encuentra también en labios del Bautista y de Jesús (Mt 3,10-12; 5,22; 18,8-9; 25,41).

“El llanto y el rechinar de dientes” es una expresión apocalíptica utilizada particularmente por Mateo para referirse al castigo de los malos (Mt 8,12; 13,40.50; 22,13; 24,51; 25,30).

“Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre" es eco del Apocalipsis de Daniel 12,4.

Hay que señalar que con la expresión “el Reino del Hijo del hombre”, exclusiva de Mt 13,41 y 16,28, se traslada de Dios al Hijo del hombre el dominio del Reino. Lo mismo puede aplicarse a la expresión “los ángeles del Reino del Hijo del hombre”.