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Mt 4,18-22. EL LLAMAMIENTO DE LOS CUATRO PRIMEROS DISCÍPULOS



EL LLAMAMIENTO DE LOS CUATRO PRIMEROS DISCÍPULOS (Mt 4,18-22)

18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores.

19 Y les dice: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.

20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.

21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre, Zebedeo, arreglando sus redes, y los llamó.

22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Se presentan dos episodios paralelos: la vocación de Simón y Andrés, y la de Santiago y Juan. Estos relatos recuerdan el llamamiento que Elías hace a Eliseo (1 Re 19,19-21). Se trata de relatos cargados de teología. Jesús llama a discípulos, como Elías había llamado a Eliseo. Jesús es un profeta, un nuevo Elías, que viene a preparar los corazones para recibir la visita de Dios (Mal 3,23-24). Necesita colaboradores para la misión.

Simón es llamado ya con su nombre futuro, “Pedro” (16,18). Simón y Andrés eran pescadores. La industria pesquera del lago de Galilea era próspera. Jesús los “vio”. No se trata de un simple ver, sino de penetrar en el corazón. La palabra de Jesús es imperativa: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Ser pescador y ser pastor son dos imágenes que el Nuevo Testamento emplea para designar el ministerio apostólico. Ellos, al instante, dejando las redes, le siguieron. Jesús, cuando llama, espera una obediencia pronta y un desprendimiento radical (Mt 8,21.22). A nivel de los hechos históricos, el seguimiento debió realizarse en circunstancias menos abruptas.

Tratando de la vocación de Santiago y Juan, un detalle llama la atención. Estaban ellos trabajando con su padre, Zebedeo. Al llamamiento de Jesús, dejan la barca y a su padre. Seguir a Jesús significa a veces ruptura de lazos familiares (Mt 10,37).

“Seguir a Jesús”. No es el discípulo quien elige al Maestro, sino que es Jesús quien llama y a quien se le responde con generosidad y prontitud. Seguirle no sólo es ir detrás de él, sino convivir con él, aprender de él, ser asociado a su misión evangelizadora, seguirle hasta la cruz y hasta la gloria (Mt 16,24; Jn 21,19).