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LIBRO:

Mt 4,23–5,2. INTRODUCCIÓN AL SERMÓN DE LA MONTAÑA



INTRODUCCIÓN AL SERMÓN DE LA MONTAÑA (Mt 4,23–5,2)

23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

24 Su fama llegó a toda Siria, y le trajeron todos los que se encontraban mal, con enfermedades y sufrimientos diversos: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.

25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
El v. 23 sintetiza el movimiento de Jesús en toda Galilea y consta de tres acciones: Jesús proclamaba la Buena Nueva del Reino, enseñaba y sanaba toda enfermedad. Jesús fue un profeta itinerante, que hablaba y obraba milagros, a la manera de Elías. La repetición del adjetivo “toda” indica la plenitud de la actividad de Jesús. El núcleo es la proclamación del Evangelio del Reino mediante palabras y acciones de poder (4,23; 9,35; 24,14). En la instauración del Reino la iniciativa vino de Dios. En el posesivo “sus sinagogas” se percibe una alusión de Mateo a las sinagogas de los judíos palestinenses contemporáneos del evangelista.

Su fama cundió por toda Siria, donde fue redactado el evangelio de Mateo. Galilea formaba parte de la gran provincia romana de Siria, que desde Antioquía, incluyendo Damasco y Fenicia, llegaba hasta Gaza, exceptuando Judea. Naturalmente, en la actividad de Jesús lo más notorio y atractivo eran sus curaciones, que abarcaban todos los campos de las enfermedades popularmente conocidas en ese tiempo, en particular enfermedades de tipo nervioso, “endemoniados, lunáticos, paralíticos”, que con frecuencia podían ser curadas por una fuerte personalidad.

Cinco regiones sirven para describir la totalidad geográfica de lafama de Jesús o la procedencia de la gente que venía a encontrarsecon él: Galilea, Judea, Jerusalén, Transjordania y la Decápolis (con-junto de diez ciudades helenísticas: Damasco, Rafana, Gadara,Hippo-Susita, Dion, Pella, Escitópolis-Beisán, Gerasa, Canatha yFiladelfia-Amman).

Oración

Jesús evangelizador:

Ha comenzado tu proclamación del Evangelio de Dios: “¡Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca!”.

Has querido, desde la primera hora, rodearte de algunos discípulos para que reciban el mensaje de tu Padre. Invítame también a mí para seguirte y escucharte. Quiero ser tu discípulo.

Hemos contemplado, agradecidos, tu mensaje de amor y de misericordia,
liberando a los oprimidos por el demonio y sanando toda enfermedad en el pueblo.

Todo el mundo te sigue, necesitado de sanación exterior o interior y hambriento de tu palabra.

Sube ya al monte, Jesús,como un nuevo Moisés a un nuevo Sinaí. Siéntate como Maestro lleno de autoridad y de sabiduría.

Abre nuestros oídos, ilumina nuestra mente y mueve nuestra frágil voluntad para acoger tus palabras divinas, que son tu programa de salvación.


5,1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulosse le acercaron.

2 Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo...
"Subió al monte". La montaña es un lugar teológico, monte de revelación, que recuerda el Sinaí. Una de las ideas claves del evangelio de san Mateo es la de presentar a Jesús como un nuevo Moisés, por cuya mediación Dios, en el monte Sinaí, dio al pueblo elegido el regalo de “la Ley” (Éx 20,1-17; 20,22-23,33; 24,12-18; 32,15-16; 34,29-32; Jn 1,17).

Como Moisés, Jesús será ahora pastor, conductor, organizador, legislador y maestro del nuevo pueblo de Dios. En esta perspectiva, el evangelista, desde el principio de su obra, aplicaba a Jesús la palabra de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo” (Mt 2,15; Os 11,1). Como los israelitas, y particularmente Moisés, su jefe, salieron de Egipto para formar el pueblo de Yahveh, así Jesús, el Hijo de Dios, debía salir de Egipto hacia la Tierra Prometida para formar, como un segundo Moisés, el “nuevo pueblo de Dios”.

“Se sentó...”. El estar sentado es la actitud normal de un maestro oriental. En el auditorio se distinguen dos grupos: la gran muchedumbre y los discípulos de Jesús. El sermón de la montaña será la gran enseñanza inicial de Jesús: la carta magna del Reino de los Cielos.

El sermón de la montaña (Mt 5,3–7,29)

El sermón de la montaña o discurso evangélico es un programa de vida para todo discípulo del Maestro de Nazaret. Su tema es la Ley nueva del Reino de los Cielos y su justicia. Este sermón no es un resumen de todo el Evangelio, sino como un pequeño “catecismo primitivo” compuesto con diversos dichos del Señor. No es un llamamiento al heroísmo del esfuerzo humano, sino la consecuencia al anuncio de la Buena Nueva, es decir, de la intervención de Dios, de su perdón y de su gracia.

El sermón de la montaña es una obra maestra de enseñanza ética y religiosa del evangelista Mateo. Jesús es presentado como el Maestro que enseña con autoridad divina y con poder, y que ofrece la posibilidad de un modo nuevo de vivir. El género literario del sermón evangélico es complejo; se encuentran en él escatología, ética, dichos de sabiduría, instrucciones o leyes.

Ante un numeroso y heterogéneo auditorio, Jesús pronuncia su “discurso programático”. La doctrina del Maestro de Galilea no es un sistema de verdades ocultas, destinadas sólo a un grupo de iniciados, sino que su mensaje es universal y está dirigido a todo el mundo. De ahí, por una parte, el auditorio tan variado y, por otra, el estilo conciso, directo y penetrante de sus palabras.

Jesús enseña, pero él ha practicado ya antes su propia enseñanza. El sermón de la montaña es el programa del discípulo de Cristo, pero es ante todo el “autorretrato mismo de Jesús”. Por eso su palabra convence y entusiasma. Proclama con el testimonio de su vida la verdad que enseña.