LA BIBLIA ONLINE

LIBRO:

Mt 10,2-15. LOS DOCE APÓSTOLES



LOS DOCE APÓSTOLES (10,2-15)

1. EL CATÁLOGO DE LOS DOCE (10,2-4)

2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;

3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el Publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;

4 Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el que le entregó.

Los doce discípulos (10,1) son ahora llamados los doce apóstoles (Lc 6,13). Al llamarlos “discípulos”, los une al gran número de los que seguían a Jesús; al llamarlos “apóstoles”, los distingue de todo el grupo. El número responde a las doce tribus de Israel y es símbolo de un nuevo Israel restaurado.

La lista de los Doce nos ha llegado, con pequeños cambios en el orden de las personas, a través de cuatro fuentes (Mt 10,2-4; Mc 3,16-19; Lc 6,13-16; Hch 1,13). El primero en ser mencionado es siempre Simón Pedro. El penúltimo de la lista es llamado Simón el Cananeo (celoso), que pertenecía al grupo religioso de los zelotas, caracterizado por la vehemencia y rigidez de su integrismo religioso y su oposición violenta a la ocupación romana. El último es Judas, llamado el Iscariote por ser oriundo de Keriot, poblado del sur de Judea (Am 2,2), o por la palabra aramea “mentiroso”, apodo que se le dio después de traicionar a Jesús.

2. MISIÓN DE LOS DOCE (10,5-15; MC 6,7-13; LC 9,1-6)

5 A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: “No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos;

6 dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 Yendo, proclamad que el Reino de los Cielos está cerca.

8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.

9 No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas;

10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, porque el obrero merece su sustento”.

Cuatro primeras instrucciones:

1. La primera misión debía evitar tierra de gentiles y samaritanos y dirigirse únicamente a los hijos de Israel. La expresión “ovejas perdidas” puede referirse a todo Israel, según Ez 34,2-6, o “al pueblo de la tierra” (am ha arets), que era la gente pobre, marginada y despreciada, por la que Jesús sentía especial inclinación, si bien no exclusiva.

2. El mensaje central de los apóstoles debe ser el mismo de la predicación de Jesús: “el Reino de los Cielos está cerca”.

3. La proclamación del Reino debe ir acompañada de signos externos: curaciones, resurrección de muertos, purificación de leprosos, exorcismos. Además, el Evangelio no debe valorarse en términos de economía, pues es un don gratuito que viene de Dios y hay que comunicarlo gratuitamente. Este ideal será matizado con la frase del v. 10b: “El obrero merece su sustento”.

4. Los misioneros no deben inquietarse por otras cosas, así fueren necesarias. Dios les proveerá del sustento a través de las personas evangelizadas.

11 En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno y quedaos allí hasta que salgáis.

12 Al entrar en la casa, saludadla.

13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz, mas, si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.

14 Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad sacudíos el polvo de los pies.

15 Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.

El enviado debe ser acogido por quien sea digno de ello, y permanecer allí durante el tiempo de la evangelización. El saludo de paz, shalom, es un deseo eficaz de una bendición concreta de Dios sobre la casa: tiene la garantía de la promesa de Jesús. Por el contrario, cuando no se reciba al mensajero que anuncia la venida del Reino, no hay que llevarse de allí ni el polvo en las sandalias (Hch 13,51). Sobre la historia de Sodoma y Gomorra, cf. Gn 18,16–19,29.