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LIBRO:

Mateo 12,1-8. LAS ESPIGAS ARRANCADAS EN SÁBADO



LAS ESPIGAS ARRANCADAS EN SÁBADO (12,1-8; MC2,23-28; LC6,1-5)

12,1 En aquel tiempo, cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas.

2 Al verlo los fariseos, le dijeron: “Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado”.

3 Pero él les dijo: “¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintieron hambre él y los que le acompañaban,

4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no les era lícito comer a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?

5 ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? 6 Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo.

7 Si hubieseis comprendido lo que significa ‘Misericordia quiero y no sacrificios’ no condenaríais a los que no tienen culpa.

8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado”.

Primera controversia a propósito del sábado (cf. 12,9-14; Lc 13,10-17; 14,1-6; Jn 5,1-18; 7,19-24). Los discípulos pasan por un sembrado y arrancan espigas para comerlas. Los fariseos no acusan a los discípulos de latrocinio ni les censuran que coman, sino que realicen un trabajo prohibido en sábado (Dt 23,25-26). Arrancar espigas era semejante a segar (Éx 34,21). Jesús defiende a sus discípulos argumentando a partir de dos casos de la historia bíblica: el de David y sus compañeros guerreros, que tomaron y comieron los panes de la Presencia porque tenían hambre (1 Sm 21,1-6), y más explícitamente el de los sacerdotes que tenían que realizar un trabajo mayor en el Templo el día de sábado (Nm 28,9-10). Jesús, respetando en lo esencial la Ley bíblica del sábado, se oponía a la multiplicación de leyes adicionales urgidas por los rabinos fariseos, que declaraban 39 las obras prohibidas en sábado.

Citando al profeta Oseas (6,6), Jesús enseña que ni siquiera una institución divina como la del descanso sabático tiene un valor absoluto, sino que debe subordinarse a la práctica de la caridad.

La frase “aquí hay algo mayor que el Templo” es importante. En el Templo de Jerusalén estaba presente Dios, y el signo sensible de su Presencia era el Arca de la Alianza. En Jesús, en cambio, hay una presencia de Dios-Padre, que es del todo singular y única (11,27).

“El Hijo del hombre es señor del sábado”. Además, Jesús tiene también autoridad para interpretar la Ley de Moisés porque es el Hijo del hombre, jefe del Reino mesiánico, encargado de establecer su nueva economía, superior a la antigua, centrada en el Templo de Jerusalén.