LA BIBLIA ONLINE

LIBRO:


Introducción a los Hechos de los Apóstoles

I- TÍTULO DEL LIBRO.

Los Hechos de los Apóstoles son la segunda parte de una sola obra (Tercer Evangelio y Hechos), a la que bien pudiera darse el título de "Historia de los orígenes del Cristianismo".

El título en griego "HECHOS DE LOS APÓSTOLES", aun cuando no es original, corresponde bastante bien a las intenciones del autor. Este título, desprovisto de artículos determinados, da cabida a la actividad misionera de otros personajes importantes de la primera hora, que no pertenecieron al grupo de los Doce, por ejemplo: Felipe, Esteban, Bernabé, Pablo.

II- AUTOR DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES.

La tradición antigua afirma que Lucas es el autor del libro. Entre otros testimonios baste citar a Ireneo (siglo II), el Canon de Muratori (hacia el año 180), los Prólogos antimarcionistas que aparecen al principio del libro en ediciones antiguas (siglo II), Tertuliano (siglo III), los Padres Alejandrinos del siglo III.

Esta tradición arcaica es aceptada actualmente por la generalidad de los Comentadores, aun cuando no faltan algunos que rechazan la paternidad lucana de los Hechos.

Se pueden proponer algunos argumentos en favor de la autenticidad.

1) La unidad de lengua.

A lo largo de los Hechos corre la misma lengua griega que se encuentra en el Tercer Evangelio. Ahora bien, esta unidad lingüística exige normalmente identidad d autor. Por otra parte, sabemos por argumentos de valor que Lucas es el autor del Tercer Evangelio. Por lo tanto, a él también se pueden atribuir con seguridad la paternidad del libro de los Hechos.

2) El autor de los Hechos se presenta como griego convertido al Cristianismo, de Antioquía, médico y compañero de Pablo.

El autor de los Hechos parece ser un "griego" convertido al Cristianismo, pues maneja la lengua Helénica como su lengua propia, particularmente cuando deja de transmitir fuentes arcaicas y hace obra personal.

3) El autor conoce a la Iglesia de Antioquía

Su conocimiento sobre los orígenes de la Iglesia de Antioquía no hace pensar, con la tradición antigua, que se trata de un personaje sirio originario de esa capital: Hechos 11, 19-30; 13, 1-3.

4) El vocabulario médico.

El vocabulario clínico y el interés por los casos de enfermedad y la manera de narrarlos, manifiestan que el autor es una persona versada en medicina: Hechos 3,7; 4,17; 5,5; 9,18; 12,23; 13,11; 16,25; 28,3.5.

5) Las secciones "nosotros".

Finalmente las secciones literarias llamadas "secciones-nosotros", en primera persona de plural, manifiestan que el autor es compañero de viaje de Pablo: Hechos 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28.

Ahora bien, este personaje tan determinado en el libro:

— No puede ser Tito, ya que este, según la carta a los Gálatas, asistió al Concilio de jerusalén: Gálatas 2,1-2; y, siendo así, no puede venir de un testigo ocular un relato tan impersonal del Concilio, como el que leemos en Hechos 15.

— No puede ser tampoco Timoteo, ya que este llegó a Troas antes que el autor: Hechos 20,4-6.

— Ni puede ser Silas, pues de él se habla en tercera persona: Hechos 16,19.25.39; 17,4.10.14.

Todo converge, por tanto, para ver en LUCAS al autor del libro de los Hechos. Lucas fue, en efecto, un prosélito judío antes de conocer el Cristianismo; fue compañero de Pablo desde el segundo viaje misionero y durante las cautividades; fue un griego de Antioquía según los testimonios antiguos, y Pablo lo llama "Lucas el médico" en la carta a los Colosenses 4, 14.

III- LUGAR Y FECHA.

El libro termina con la liberación de Pablo después de su primera cautividad romana, es decir, el año 63. Esto haría pensar que los hechos son obra del año 64. Sin embargo, hay varios argumentos que nos invitan a pensar en una fecha más tardía.

1) Hemos dicho, en efecto, que el Tercer Evangelio y los Hechos son partes de una misma obra; ahora bien, el Tercer Evangelio depende del Evangelio de Marcos cuya redacción se sitúa hacia el año 64. Por consiguiente, el libro de los Hechos como el Tercer Evangelio son posteriores a esa fecha.

2) Además, hay razones serias para para situar la última redacción del Tercer Evangelio después de la caída de Jerusalén, pero antes de la ruptura completa entre judíos y cristianos.

Por lo tanto pensamos con numerosos autores que Lucas debió escribir su obra entre los años 75-80 de nuestra era y probablemente se encontraba en Acaya. Cfr Cahier EVANGILE 79,23; 84,11.

IV- FUENTES.

La cuestión de las fuentes utilizadas por el autor del libro de los Hechos es compleja. Lucas recabó informaciones, escribió notas personales y utilizó fuentes. Tomó luego ese material y lo dispuso y retocó de la manera más conveniente al fin que se había propuesto.

Un criterio para discernir las fuentes empleadas por Lucas puede ser, aunque no automático, la calidad de la lengua griega: cuando Lucas no depende de nadie su griego es excelente; en cambio, su griego es semitizante cuando reproduce informaciones de origen arameo.

Algunas de sus fuentes:

a) Noticias sobre la "Comunidad primitiva de Jerusalén": Hechos 1-5.

b) Recuerdos de actividades personales: Esteban: Hechos 7; Felipe: Hechos 8,4-40; Pedro: Hechos 9,32-11,18;12; Pablo: Hechos 9,1-30; 13-14; 15,36ss.

c) Las "secciones-nosotros" que son "memorias", recuerdos y notas personales.

V- FINALIDAD.

Sobre la finalidad que Lucas se propuso al escribir su libro se han avanzado algunas hipótesis que no han conquistado la aceptación. Tales son, por ejemplo:

a) Lucas escribió los hechos para conciliar el Petrinismo y el Paulismo; para destruir las divergencias que hubo en la Iglesia de las primeras décadas. Para admitir estas tesis faltan pruebas y documentos.

b) Lucas escribió su obra para defender a Pablo. Quiso mostrar que el Apóstol no había sido culpable, ni en relación a las costumbres judías, ni en relación al Cesar. Esto es verdad, pero no parece constituir la finalidad de la obra de Lucas.

Lo que Lucas pretendió fue mas bien contar LA HISTORIA DE LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO. Más que escribir una historia materialmente completa, el autor quiso pintar con energía y rapidez la expansión espiritual del Cristianismo desde Jerusalén hasta Roma. Lucas mismo lo anunció al escribir: "Seréis mis testigos en Jerusalén, y en toda la Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra": 1,8.

El libro de los Hechos es la Buena Nueva de la Iglesia, como el Evangelio es la Buena Nueva de Jesús. Como Jesús se movió siempre al impulso del Espíritu, así ahora el Espíritu es quien mueve a la Iglesia. La Iglesia aparece como un "Jesús que sigue viviendo".

VI- VALOR HISTÓRICO.

a) Los relatos y narraciones que leemos en los Hechos son verosímiles y no chocan con la realidad. No hay que rechazar lo sobrenatural solo por apriorismo. Es de notar que en las "secciones-nosotros" se encuentran mencionados once hechos extraordinarios, entre los cuales una resurrección.

Lucas pudo ciertamente anticipar acontecimientos, desdoblar hechos, concentrar documentos dando lugar a cierta imprecisión; sin embargo, todo esto lo ha hecho no para falsear la realidad, sino para alcanzar mejor la finalidad que se había propuesto al concebir su obra.

b) Los discursos suscitan una problemática especial. ¿Fueron pronunciados por sus autores tal como los leemos en los Hechos, o fue Lucas quien los inventó a la manera de los discursos de los autores clásicos?

La respuesta debe ser equilibrada. Lucas es un historiador que pretende dar los orígenes del Cristianismo. Ha consultado fuentes, ha recabado datos, ha obtenido informaciones, y todo esto en el orden de los acontecimientos cuanto en la linea del pensamiento religioso. Siendo así, los discursos contienen elementos tradicionales y redaccionales. El Kerygma básico es en ellos la proclamación de la venida de Dios entre los hombres; es proclamar a Cristo a los hombres.

Pues bien, equipado con estos datos y conociendo la índole de sus personajes y el momento histórico en que actuaron, Lucas ha labrado los Discursos que nos ofrece en su libro: vgr: 2,14-36; 3,11-26; 4,8-12; 5,29-32; 7,1-53; 10,34-43; 11,4-17; 13,16-41; 14,15-17; 15,7-11; 15,13-21; 17,22-31; 20,18-35; 22,1-21; 23,1-6; 24,10-21; 26,1-23.

VII- PENSAMIENTO DOCTRINAL.

La aportación doctrinal del libro de los Hechos de los Apóstoles es múltiple y sólo podemos evocar sus capítulos principales.

La fe en Cristo, base del kerygma apostólico, se expone con los matices exactos de una precisión creciente, primero absorbida del todo por el triunfo del hombre Jesús como Kyrios por la resurrección: 2,22-36, afirmando luego en labios de Pablo su título de Hijo de Dios: 9,20.

Conocemos por los discursos los principales textos escriturísticos que, bajo la guía del Espíritu, sirvieron para la formulación de la Cristología y la argumentación ante los judíos. Nótese particularmente los temas del Siervo: 3,13.26; 4,27.30; 8,32-33; y de Jesús, nuevo Moisés: 3,22s; 7,20s. La resurrección se prueba con el Salmo 16,8-11 (Hechos 2,24-32; 13,34-37).

El problema crucial de la Iglesia naciente tenia que ser el acceso de los gentiles a la salvación, y el libro de los Hechos nos proporciona a este respecto luces de primer orden: los hermanos de Jerusalén, agrupados en torno a Santiago, siguen fieles a la Ley judía: 15,1.5; 21,20s; pero los "helenistas", cuyo portavoz es Esteban, sienten la necesidad de romper con el culto del Templo. Pedro y sobre todo Pablo hacen triunfar en el Concilio de Jerusalén el principio de la salvación por la fe en Cristo, que dispensa a los gentiles de la circuncisión y de las observancias mosaicas.

No por eso deja de ser verdad que la salvación viene de Israel, y Lucas nos presenta a Pablo comenzando siempre por dirigirse a los judíos para volverse luego a los gentiles, cuando sus hermanos de raza lo rechazan: 13,5.

También nos ofrece información infinitamente valiosa sobre la vida de las primitivas comunidades: vida de oración y comunidad de bienes en la joven Iglesia de Jerusalén; administración del bautismo con agua y del bautismo en el Espíritu: 1,5; celebración de la Eucaristía: 2,42; esbozos de organización eclesiástica en los "profetas y maestros": 13,1, y también en los "presbíteros" que presiden la Iglesia de Jerusalén: 11,30, y que Pablo establece en las Iglesias que funda: 14,23. Todo ello impregnado, dirigido e impulsado por el soplo irresistible del Espíritu Santo.

A este Espíritu, sobre el que Lucas ya había insistido en su Evangelio: Lucas 4,1, le muestra siempre actuando en la expansión de la Iglesia: Hechos 1,8, hasta el punto que se ha podido que se ha podido llamar a los Hechos "el Evangelio del Espíritu Santo".

El corazón y cumbre del libro de los Hechos es, sin duda alguna, la efusión carismática del Espíritu Santo, el día de Pentecostés. El Espíritu Santo aparece aquí dando vida a la Iglesia madre de Jerusalén: Hechos 2-5. Poco después, el Espíritu Santo se manifiesta actuando fuertemente en las comunidades de Palestina y Damasco: Hechos 8-12. Más tarde, el Espíritu Santo brilla como el alma de las grandes evangelizaciones. El Espíritu que llenó a Jesús, ahora desciende y unge a los misioneros de la Buena Nueva, toma posesión de ellos y los va conduciendo desde Jerusalén hasta la capital del imperio, Roma, para dar testimonio de Jesús: Hechos 13-28. El Espíritu es , pues, el alma de que infunde vida a la iglesia de los primeros tiempos.

Esto es lo que comunica a la obra ese perfume de alegría espiritual, de maravillosa sobrenaturalidad, de que solo podrán extrañarse los que no comprenden ese fenómeno único en el mundo que es el nacimiento del Cristianismo.

Si a todas estas riquezas teológicas, añadimos la valiosa aportación de tantos detalles concretos, que de otro modo hubiéramos ignorado, si sabemos apreciar los retratos de fina psicología en que Lucas sobresale, trozos llenos de agudeza y habilidad, como el discurso ante Agripa: 26, páginas conmovedoras, como el adiós a los Ancianos de Éfeso: 20,17-38, habrá de convenir en que este libro, único en su género en el Nuevo Testamento, representa un tesoro cuya ausencia hubiera empobrecido notablemente nuestros conocimientos de los orígenes del Cristianismo.

VIII- PLAN DEL LIBRO

El libro de los Hechos de los Apóstoles presenta un plan en conexión con la finalidad descrita en 1,8: "Seréis mis testigos en Jerusalén, y en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra".

I- La Iglesia naciente: 1,1-5,42. Es el nacer del Cristianismo en la Ciudad Santa de Jerusalén.

II- Las primeras misiones: 6,1-12,25. El Evangelio pasa a las provincias de la Palestina, corre por la costa oriental del Mediterráneo, toca Chipre y llega hasta Antioquía.

III- La misión de Bernabé y Pablo: 13,1-14,28. Estos dos Apóstoles llevaron la Buena Nueva al corazón actual de Asia Menor.

IV- El Concilio de Jerusalén: 15,1-35 Es el Concilio de la libertad cristiana. A partir de ese tiempo, las puertas de la fe se abren de par en par para la conversión de los gentiles.

V- La segunda misión de Pablo: 15,36-18,22 Gracias al impulso misionero de Pablo, el Evangelio pasa a Europa y queda establecido en Grecia, corazón de la cultura religiosa y humana de aquel momento.

VI- La tercera misión de Pablo: 18,23-21,17 El Evangelio, predicado en equipo, queda sembrado en la rica provincia romana de Asia, con su capital en Éfeso.

VII- Pablo, misionero por Cristo: 21,18-28,31 Pablo, el Apóstol incansable, prisionero de Cristo, lleva la Buena Nueva de Jesús hasta Roma, la capital del imperio, y con ello el testimonio de Jesús ha llegado hasta "los confines de la tierra".


Bibliografía:

Carrillo Alday, Salvador. (1992). 
Los Hechos de los Apóstoles al impulso del Espíritu Santo.
México: Instituto de Sagrada Escritura.